Para comenzar el año


Lirio de Agua de Claude Monet



En el último día del año
llegarás aquí como lo hacés con frecuencia:
el pájaro sorprendente
que templa el aire arrasado por sus alas
y me obligarás a detenerme en tu espectáculo
y aquietarás mi corazón
hasta convertirlo en un pequeño animal manso.
No será un colibrí,
por su destello y su enérgica vibración,
ahora deseo ser el manso gorrión
al que la confianza aproxima.

En mi último día del año,
como si fuera el último día de todos mis días,
me quedaré en un reposo sosegado,
para que florezcas en mí
como un lirio de agua
con el enigma de la cala hacia mi interior
o de la abrazadora orquídea que todo lo envuelve.
Emergidos y ondulantes, seremos tiranizados
por la corriente de premoniciones y vendrán miles de peces
nadando locos dentro de nuestros brazos.

En el último día del año
te esperaré para llegar juntos a la orilla o al acantilado que señales.
Iré como una fascinada en la dirección que me marques.
Mis 33 vértebras, mis costillas
y mi inofensiva espalda
harán tu galera romana
para penetrar en la noche tórrida y amante,
la de las estrellas intermitentes.

Para el final del último día del año
cuando engarces con tu boca
por lo largo y ancho
los soles de todos los años en mi espalda,
seré tu halcón peregrino
soñaré con mi presa a ciegas,
medio rostro cubierto por la caperuza.
Serás mi cetrero,
me iniciarás absuelta a la luz en el vuelo
y será mi captura tu nuca emocionada.

Quiero el final del año entre tus manos
para que atrapen suaves y deslicen entre tus muslos
lo recóndito de mí
como quien resbala serena,
tan despreocupada como la lluvia.
Quiero clausurarlo en la frotación
como si fuésemos dos nuevos seres
desprendiéndose mutuamente de sus vainas, de los capullos sobrantes
y estemos abrazados, entusiasmados con el ansia de la vida que inicia.


Geraldine Palavecino

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